CUARESMA VIRTUOSA

Las maneras de vivir la Cuaresma pontana en cada una de las distintas Corporaciones Bíblicas de Puente Genil varían de unos Cuarteles a otros, tantas como el número existente de éstos: Teniendo en cuenta que la norma general es la explicada anteriormente con la “romanil” subida a la Plaza del Calvario, sirviendo ésta como ecuador de la misma, cada Cuartel internamente vive, siente e interpreta su particular “Sábado de Cuaresma”“Sábado de Romanos”) a la manera tradicional que viene estando acostumbrado desde antaño o como igualmente marque el riguroso Reglamento Orgánico Interno de la misma, por el cual se rigen las diferentes Corporaciones.
Nuestra Corporación de las “Virtudes Cardinales y Sibila de Cumas” comienza su particular celebración de los siete Sábados de Cuaresma quedando en primer lugar enclavados en nuestra Casa-Cuartel a las nueve de la noche aproximadamente para mantener así una primera toma de contacto entre todos los Hermanos, (algunos Cuarteles poseen un bodeguilla en la entrada de los mismos para estas situaciones) en donde se recibe al Hermano forastero que extraordinariamente ha podido acudir a la cita, se saludan aquellos que no han tenido la ocasión de encontrarse durante la semana por motivos laborales, se actualizan cobros, o simplemente se entonan y calientan las gargantas con el rico caldo de la tierra.
A continuación se procede a ocupar las sillas del gran salón en donde va a tener lugar la cena de Hermandad de todos los Hermanos asistentes para que de comienzo la misma y, siendo una determinación aprobada previamente en la Asamblea General de Carnaval (aproximadamente una semana anterior), a las nueve y media de la noche se elevan unas sentidas oraciones a nuestros queridos titulares para que derramen su bendición sobre los ricos manjares que se nos disponemos a comer, situados sobre la interminable mesa de la Corporación y entorno a ésta la multitud de Hermanos que nos honran con su cariñosa asistencia acompañados igualmente por algún que otro Hermano invitado al evento y seguidamente tras entonarse el primer viva a la Corporación da comienzo el “tapeo”.
En el periodo comprendido entre las nueve y medía y una hora más tarde aproximadamente, tiene lugar el referido “tapeo” de Romanos. En él se dan cita numerosos actos de rigor que no pueden faltar sábado tras sábado en nuestra Corporación como son la bienvenida en primer lugar por parte del Sr. Presidente a todos los Hermanos asistentes e “Hermanitos invitados”, o la entonación igualmente de los tradicionales cánticos cuaresmales y mananteros, himno de la Corporación, se ensalza públicamente la labor callada de algún Hermano presente, se recitan poesías y se cantan las típicas “saetas cuarteleras” de nuestro pueblo acompañadas por el bronco tambor enlutado de la Corporación, situaciones que hacen brotar de lo más profundo del alma un sentimiento de verdadera fraternidad y cariño entre los presentes y de donde afloran a menudo las lágrimas de algún Hermano emocionado guiado por la exquisitez del momento. No faltan igualmente los tradicionales brindis en pro de la Hermandad y la Corporación regados siempre por las típicas “uvitas de vino” (el equivalente oro liquido que nace de exprimir una sola uva).
Pero sin duda uno de los momentos mas emotivos dentro del tapeo llega casi al termino del mismo con el ritual del levantamiento de la “pata” correspondiente al sábado de Cuaresma de la referida “Vieja Cuaresmera”: Es un momento que no puede faltar en ninguna de las Corporaciones de Puente Genil, siendo uno de los actos mas bonitos de la noche que, dependiendo de la costumbre de cada Cuartel se realiza o con posterioridad a la subida de romanos durante el trascurso de la cena o, como es en nuestro caso, con anterioridad a la misma durante el tapeo. El Hermano designado secreta y previamente por el Sr. Presidente se levantará para situarse a los pies del referido “monumento” para desde allí dirigirse a todos los Hermanos comenzando a elogiar a su vez a alguno de los presentes que por mantener una relación mas estrecha con éste o estar allegado de alguna manera con él se encuentra relacionado con el agraciado, para finalmente revelar el nombre del afortunado “Hermanito metepatas” de la noche haciéndole entrega del peculiar trofeo digno de todos los presentes, pero elegido en esta ocasión por algún motivo especial para con su Corporación.
Al termino del mismo el Hermano afortunado deleita agradeciendo a todos los presentes unas sentidas palabras que pueden hacerle igualmente emocionar. El otro Hermano que le ha otorgado con la “pata” del sábado de Cuaresma en cuestión procede a la firma y dedicatoria de la misma, hecho que se produce posteriormente por todos los Hermanos presentes en recuerdo del mismo, levantándonos tras esto para dirigirnos a nuestro particular itinerario que nos llevará hasta la ermita de “Jesús” en la Plaza del Calvario, siendo despedidos en el umbral de la puerta por el citado Hermanito “metepatas” que gentilmente nos ofrece una uvita en su nombre sacada de las frescas botellas que aguardan dentro de la alpatanera (cesta artesanal hecha de mimbre en donde se disponen las citadas botellas de vino y los vasitos de cristal para las repetidas uvitas, y que es portada por el alpatana, de ahí su nobre, persona contratada por algunas Corporaciones para tal fin).
Tenemos que hacer mención igualmente que durante todo el trayecto nuestro particular Hermanito “metepatas” portará en su mano un bastón representativo de la Corporación, que fue restaurado y donado a esta Corporación en la Cuaresma del año 2002 por un familiar allegado a su vez a un muy antiguo Hermano, que según éste pertenecía a la misma en tiempos bastantes remotos.
Nuestro particular itinerario comienza desde la Corporación misma, teniendo su primera parada en la vecina Plazuela de Lara, donde se forma el primer anillo de la noche y entonando posteriormente el sentido cántico del “Batido por las olas de la vida” muy popular dentro todo el argot manantero. Posteriormente se entonan unas clásicas cuarteleras dialogadas entre los Hermanitos.
Acto seguido continuamos por la castiza calle Madre de Dios que nos conducirá finalmente al compás del Convento de la Asunción, tras doblar previamente la emblemática calle Aguilar, donde está situado el mismo. Allí se procede a la segunda parada de la noche junto a la reja del patio del convento, en donde se dan al cita mismo tiempo numerosas Corporaciones que apaciblemente aguardan la llegada de la Corporación del “Impero Romano”, lugar donde realizan también su primera parada para recuperar el aliento tras subir tocando sus marciales y bonitos pasodobles desde el barrio bajo del pueblo. Tras esto la “virtuosa comitiva” se abre paso de nuevo enfilando calle Aguilar arriba con el ruido de los tambores y de la marcha romanil ante nosotros exceptuando algunos Hermanitos de la Corporación que, por sentirse más identificados con los santos titulares que atesora en su interior el Convento, deleitan a los mismos con las cuarteleras alusivas, y todo ello regado con las uvitas que nuestro Hermanito alpatana, cual aguador, apacigua la sed de las gargantas secas por el esfuerzo.
La tercera parada tiene lugar en otro de los rincones emblemáticos para la Semana Santa de Puente Genil: la Ermita de la Vera-Cruz en la calle Aguilar. Al pie de su ya extinguido surtidor de agua la Corporación repara de nuevo para poder acoger así a los posibles Hermanos que se hayan podido retrasar de nuestro particular redil. Al mismo tiempo el murmullo ingente de todas las Corporaciones allí reunidas se ve aumentado por momentos, nuestra meta está cada vez mas cerca.
Será en la calle Amargura, tras abandonar calle Aguilar, en donde tendrá lugar la ultima de las paradas previas de la Corporación antes de concluir en la Plaza del Calvario, con un suelo tan inclinado que es llamada cariñosamente la “Cuestecilla de Jesús”, ya que nos conduce al fin a la tan ansiado Calvario, particular Gólgota pontanés en cuya cumbre se alza la Imagen del Bendito Padre Nazareno con su cruz.
Una vez allí nuestra Corporación se acomoda en su enclave tradicional haciéndose hueco entre el numeroso gentío que se da cita en el entrañable lugar y situando la alpatanera en un lugar seguro y asequible para todos a modo de blasón, nos reunimos en torno a él, durante más de hora y media. Aquí los sentimientos se disparan dada tan favorecedora coyuntura: Se escuchan los clásicos Miserere y Stabat Mater que interpreta la banda de música del Imperio Romano en el pórtico de la Ermita en honor de nuestro querido “Terrible” y la “Reina del Cielo” , se cantan “Alondras”, saetas y demás cánticos mananteros, se invita a algún otro Hermano de cualquier Corporación, se reencuentran los amigos, siempre hay una uvita para cada ocasión y, sobre todo, para el Hermanito metepatas de este día que “sufre en su persona” la agraciada carga de tan repetido festín báquico.
Una vez cumplida nuestra misión de visitar al Patrón un sábado más, la Corporación, previo mandato del Presidente, levanta el virtuoso campamento dirigiéndonos en esta ocasión calle abajo siguiendo el mismo itinerario que nos trajera al entrañable lugar y haciendo una breve parada de vuelta a nuestra Casa-Cuartel en la Ermita de la Veracruz, nuestro Hermanito alpatana reparte las últimas copitas previas a la cena y cuando se estima conveniente continuamos nuestra marcha bajando por la Calle Veracruz para acceder a la manantera calle Santos, colmada de numerosos Cuarteles Hermanos que te dan la bienvenida a su paso por la misma (tal recorrido entraña una serie de riesgos, ya que no se pueden atender la repetida demanda de Hermanos que te ofrecen cariñosamente una uvita al paso por éstos, corriendo peligro la integridad de uno mismo), pudiéndose incluso tener la osadía de ingresar peligrosamente en los umbrales de los mismos con el correspondiente riesgo que esto conlleva. Superada esta calle, la Corporación sigue su camino hacia la Casa-Cuartel por Calle Cosano, Madre de Dios y de nuevo nuestra entrañable Plazuela Lara que nos enseña al fondo los farolitos encendidos de nuestra Casa-Cuartel, destino final de nuestra particular y bonita “odisea”.
Una vez allí nuestra Corporación suele realizar unos cánticos y entonar varias cuarteleras en honor a nuestros santos titulares y figuras, a veces incluso con la calurosa compañía de nuestro vecino Cuartel: Los Hermanitos de “La Bengala”, con el cual nos une un profundo cariño y amistad, compartiendo ambos afiliación en la misma Cofradía, la del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de las Lágrimas. Con un gran corro realizado en la estrecha calle se disparan la pasiones mananteras de ambas Corporaciones siendo la entonación de la coreada “Viernes Santo”un hecho bastante emotivo que se viene repitiendo cada vez más últimamente.
Tras esto nos disponemos de nuevo al salón y tomamos asiento para disfrutar de la cena. Un merecido y reponedor consomé en primer lugar nos asienta los castigados estómagos de la romanil subida y al termino del mismo, tiene lugar otro de los actos que igualmente no suele faltar en todas las Corporaciones: la lectura del pasaje bíblico correspondiente al sábado en el cual nos encontremos, “El Diablo mudo”, “Pan y peces”,”Transfiguración del Señor”, etc, haciéndose de nuevo el silencio en nuestra mesa para ser atentamente escuchado por todos los Hermanitos presentes, siendo ésta labor un hecho totalmente voluntario y abierto a la voluntad de cada Hermano por lo que no está, por tanto, previamente determinado como en el caso de la entrega de la “pata” , pero que siempre suele desempeñar algún Hermanito con una clara elocuencia.
Nuestra jornada cuaresmal esta llegando a su fin, tras la lectura de las sagradas escrituras, la cena continua tal cual con algún que otro cántico o saeta que concluyen al termino de los ricos manjares. Tras la copiosa comida, los Hermanitos de la Corporación reposan apaciblemente la misma acomodándose en torno a la cálida estufa en donde tienen lugar interminables tertulias mananteras que bien pueden evocar tiempos pasados o presentes, se dialogan afables al mismo tiempo futuros proyectos para la Corporación, se habla de Cofradías de Cuarteles o simplemente de los temas cotidianos que puedan surgir en torno a la referida mesa, dándonos así las altas horas de la madrugada en el entrañable salón y que, a cuyo termino, se da por tanto por finalizada la referida jornada regresando a casa por último con la mente llena de tantos inolvidables momentos vividos en la noche y con la ilusión de haber cumplido otro sábado más, pensando durante el camino de vuelta al hogar en el próximo entonces que tendrá lugar, si el “Terrible” así lo quiere, una semana mas tarde.
Vaya finalmente como particular homenaje a nuestra simpar Cuaresma pontana la poesía que en el año 1.911 ya escribiera el célebre poeta pontanés D. Miguel Romero dentro de su libro “Semana Santa en Puente Genil” la cual describe perfectamente las vivencias aquí contadas durante los antiguos domingos (actualmente sábados) de Cuaresma en Puente Genil:
“SUBIDA DE ROMANOS”
Los domingos cuaresmales, al compás de los tambores
A la luz de las bengalas
Y del vino a los vapores,
Cuando suben los Romanos, y el Calvario se corona
De millares de pontanos
Cada cual con una mona
Y se escuchan misereres y las clásicas saetas
Y entre gritos y pitorros
Se dislocan las chavetas
Yo con zaña vil y fiera vuelvo alegre a mi casita
Y a mi vieja cuaresmera
Le arrebato una patita.
Mas, no para aquí la cosa: después cuelo en mi cocina
Y con mano misteriosa
Busco alguna golosina
Que mi amada compañera guardó para mi regreso:
Espinacas en fiambrera
Aceitunas, pan y queso.
Y después, arrebujado en el lecho me persigo
Dulcemente aletargado
Con espíritus del vino
Y en mis sueños venturosos entre soplos y ronquidos
Siento cantos misteriosos
Que me halagan los sentidos,
Y es, la mente trastornada del tropel tumultuario
De la romanil jornada
En las cumbres del Calvario.

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